03 febrero 2017

Review -El aroma de la nostalgia/Sabores de Durango-


Cómo es bien sabido, soy Tijuanense de nacimiento y de corazón, pero como la mayoría de los tijuanenses de mi edad, provengo de familia foránea, toda mi familia es del estado de Durango.

Durante la mayor parte de mi infancia fui criada en casa de mi abuela materna, la mujer que me enseñó que la comida es una de las tantas formas con las que puedes demostrar tu amor. Mi abuela pertenece al municipio de Santiago Papasquiaro (aunque se rumorea que es de Llano Prieto), lugar conocido por sus mujeres bellas.

—Abue, no me gusta, está muy enchiloso.
—Aprenda a comer chile, cuando los lleve a Durango puro chile les voy a dar.
—Mija, no sea tonta, coma chile, cuando la inviten a una casa y den chiles rellenos, ¿qué va a hacer? No va a despreciar —dijo mi abuelito apoyando las palabras de su sabia mujer.
—Le saco el queso y me lo como con tortillas —siempre he sido muy ocurrente.


Mis abuelitos desistieron en la tarea de enseñarme a comer picante, puede más ser de las nietas consentidas ("la reina", como mi abuelita me dice) que un costal de chile pasado.

Honestamente, jamás me afectó el "no saber" comer picante, primero porque en Tijuana nuestras comidas son muy insípidas, y en segundo lugar porque siempre he sido lo suficientemente chiquiada como para decir "no, gracias, no como picante" (yo creo que por eso mi ex suegra me odiaba), pero en mi última visita a Durango, sin quererlo, me fui "enseñando". Mi abue siempre tuvo razón, allá toda la comida es picante.


Apartir de mi visita a Guadalajara, decidí que en cada viaje que realice compraré un libro de algún escritor de la ciudad a la que llegue, así que lo primero que hice al poner un pie en el Centro Histórico de la ciudad de Durango, fue buscar una librería, dando con la Librería Educal, ubicada en el Museo Francisco Villa.

—Buenas tardes, busco un libro de algún escritor de Durango.
—¿Alguno en especial?
—Ninguno en específico. ¿Cuál me recomiendas?
—Toma, —dijo la chica que me atendió, mientras ponía en mis manos " El aroma de la Nostalgia" de María Rosa Fiscal —este te puede gustar.


Le di un hojeada rápida y sin pensarlo dos veces, lo compré. Su costo fue de 40 pesos mexicanos (2 dlls)*


Mis raíces duranguenses, más que en acento o características menonitas, salen a relucir en la comida, en los platillos que como y en como suelo nombrarlos, para la mayoría de mis amigos decir la palabra torrejas es como hablarles en otro idioma.

En Tijuana, poco a poco, hemos ido adoptando los platillos y sazón sinaloense y sonorense, los dos estados más cercanos, afortunadamente  tengo a mi abuelita Carmen a 15 minutos de distancia, así que puedo visitarla para comer sus deliciosos manjares duranguenses.

Este libro atraviesa por distintas celebraciones religiosas mediante un recetario 100% duranguense, teniendo como ejemplo las torrejas con miel de maguey y la capirotada, platillos típicos en temporada cuaresmal.


Junto con las recetas y las celebraciones, podemos encontrar un recorrido por la ciudad de Durango, ya que que menciona distintos vendedores y las calles en las que se encontraban o aún se encuentra.


Leí este libro durante mi estancia en Durango, lo devoré en un día (espero entendieran el chiste). Al leer cada página sólo podía pensar en la cocina de mi abuelita Carmen, en su sazón, en sus recetas secretas que no comparte por más que le ruegues; en la casa de mi abuelita Chonchón con su olor a guayaba, lugar donde más consentida no pude ser, recordé la frecuente combinación de sabores dulces y salados a la hora de cocinar, y como al despertar siempre nos daba los buenos días con hot cakes calientitos. 
 

Sin duda alguna cumple la función de envolverte en ese sentimiento de añoranza por la comida y la ciudad de Durango, por lo cual agradezco el haberlo leído estando rodeada del aroma de la cocina de mi tía, de las fondas, de los puestos en las esquinas y sobre todo de la calidez de los habitantes de esta ciudad colonial.

*1 dólar= 20 pesos mexicanos.

Nos vemos en el próximo post


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