30 octubre 2017

Centro Histórico|CDMX


Para las personas que me conocen es bien sabido que uno de mis mayores sueños era (bueno, es) conocer la ahora CDMX, quería visitarla desde que la llamábamos DF, y como dicen que "no hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague" que el viernes 27 de octubre se cumple mi sueño y en compañía de A, B y Bob el constructor me subo al avión y vuelo hacia la metrópolis.

Llegué como a eso de las 4:00AM y tras unas cuantas idas y venidas en Uber, 5 horas durmiendo y un hotel barato (el cual recomendé en mis instastories), estábamos listos para conocer el gran encanto de esta ciudad.

Teníamos una lista de cosas y lugares por conocer/hacer/comer, la cual por alguna extraña razón nos valió torta de tamal. El primer día se nos fue en visitar el Centro Histórico, y la verdad es que no sé como decir esto sin sonar como una norteña inculta, pero es que no le pide nada a mi Tijuana, lo que puede tener de historia colonial, lo tiene en una misma cantidad de graffiti y suciedad (y miren que Tijuana es un 80% graffiti y suciedad), lo cual me causa un gran conflicto mental; imaginen que sus amigos tienen un amigo que creen que es perfecto para ti, después de hablarte tanto de él dices "Va, preséntenmelo", mensajean por una cantidad razonable de tiempo, acuerdan una fecha para verse y en el encuentro, pues todo mal, el tipillo este luce como alguien que acaba de tener dos días fiesta intensa y viene con una enorme resaca (José Emilio Pacheco me entendería).

Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia.
—Las batallas en el desierto.

Caminé durante horas en círculos, primero porque A y Bob el constructor, como pareja gay it, detectaron tiendas como Zara y Pull and Bear al instante, y después, en nuestro intento de querer ver el famoso desfile de día de muertos en Paseo Reforma, terminamos atorados entre calles con barandales de metal con una sola puerta usada como salida y entrada para máximo dos personas donde, obviamente, la gente gritaba, los niños lloraban y el desfile pasaba por un lugar inaccesible.



—Gaby, todo es mercadotecnia y filtros de instagram, —dijo A tras mi cara de decepción al sentarme en una banca sucia de El Moro— pero aún así sigue siendo mi ciudad favorita, claro está. Las grandes oportunidades que hay para el diseño nacional me trae a este lugar. — y era cierto, habíamos pasado el día entre grandes tiendas departamentales, pero también entre bazares de diseño local y nacional.

Pos'sí estás muy bonito y todo, pero esto no va a funcionar. 

Por cierto, nada de inseguridad, por lo menos yo me sentí muy tranquila caminando con mi mochila en hombros y mi celular en mano (por eso de ser la fotógrafa oficial de A y Bob el constructor).

Con gran pesar en mi corazón debo decir que no, la ciudad no me ha enamorado en ese primer día (así que ma, tenías razón), pero bueno, aún me quedan varios días y "hasta el monstruo más feo, tiene su encanto".

Nos vemos en el próximo post. 

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Maira Gall